¿Cómo será el mundo del futuro? Ésta ha sido tal vez, una de las preguntas más planteadas por el ser humano probablemente desde la Revolución Industrial –tal vez el primer o uno de los primeros momentos dónde el ser humano vio que la maquinaria industrial y del conocimiento se unían para conjuntamente generar un avance en el estilo de vida de la humanidad-; y muy posiblemente sea una pregunta que se siga haciendo durante décadas, siglos, milenios o el tiempo durante el cual el homo sapiens sea la “especie reinante” en este, el planeta tierra.

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Durante los últimos cuarenta o cincuenta años la tecnología ha avanzado con una rapidez sin par, lo que genera que con más razón las personas de cada época enmarcada en dicha línea de tiempo –teniendo acceso a dichos avances de manera directa o indirecta-, se pregunte con más asiduidad, ¿cómo viviremos de aquí a X años?, ¿dichos avances nos facilitarán la vida o estarán tan fuera de nuestras manos que simplemente serán una ilusión?; muchas veces habiendo respondido dicha pregunta con un rimbombante “no”. Además, se puede agregar que el imaginario colectivo ha sido atacado constantemente con ideas presentadas desde la industria cinematográfica, como posibles viajes en el tiempo, autos con tecnología anti gravitatoria, inteligencia artificial, viajes espaciales atravesando agujeros de gusano, etc. Esto en parte ha sido una fuente de inspiración para la tecnología espacial, automotriz, informática y de desarrollo de software para invertir más recursos económicos y de investigación en la producción de aparatos eléctricos, electrónicos con un sinnúmero de funciones (muchas de las cuales ni siquiera usamos o entendemos) en busca de convertir la experiencia humana en la era digital mucho más “fácil”. Y aun así, aquellos “avances” que le llegan al grueso de la población, no llegan a ser ni una cuarta parte del avance real con el que trabajan empresas, equipos de investigación (científica, espacial, etc.), grupos deportivos (automovilismo, tecnología aplicada a entrenamientos en deportes como fútbol, baloncesto, natación) y demás actores en este medio abarrotado de información y tecnología.

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Si bien se puede afirmar que la tecnología ha facilitado muchos procesos que antes se podían considerar imposibles o al menos muy complicados de llevar a cabo –comprar artículos en otros continentes, recibirlos y de igual manera, gestionar reclamos cuando dichos artículos o servicios no son los ordenados o llegan con desperfectos de fabricación- o procesos tediosos –visitas a bancos, operadores de servicios públicos-; también se puede afirmar que tanta facilidad ha generado un estado de “dejadez”, de delegar a una aplicación o servicio en línea que haga o nos evite hacer actividades que genera contacto con otras personas. Y por la misma razón, la automatización de muchos procesos industriales ha generado también, pérdida de trabajos para personas calificadas para realizar labores anteriormente manuales en fábricas de diversos tipos.

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Sí, la tecnología permite que en este momento de la historia y de aquí a un futuro cercano, la humanidad (o al menos una parte de ella), vea cubierta muchas necesidades básicas de manera rápida y eficiente. Pero así mismo, se podría argumentar que tal comodidad llevaría a que cierta parte de la población vea aletargada su creatividad o recursividad para resolver situaciones de la cotidianidad que anteriormente resolvían con sentido común sin necesidad de voltear su mirada a recursos tecnológicos con respuestas instantáneas.

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Científicos, empresarios y demás personas relacionadas con la tecnología, la ciencia, la investigación, mantienen una posición escéptica con respecto al avance cuasi desmesurado de ciertas tecnologías relacionadas con inteligencia artificial, debido a que no se conoce o no se tiene un protocolo de seguridad para prevenir que dichas tecnologías –dado el caso que en algún momento llegasen a controlar procesos de programación y pensamiento dentro de sí mismos (conocido en la comunidad tecnológica como “Singularidad”)- tomen control de nuestro mundo (usando ideas de ciencia ficción tanto literarias como cinematográficas –muy al estilo de “Terminator”de James Cameron).

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En busca de dejar precedente de lo anteriormente escrito, se agregarán algunas opiniones de personalidades del mundo científico o empresarial:

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"El éxito en la creación de la inteligencia artificial podrá ser el evento más grande en la historia de la humanidad. Desafortunadamente también sería el último, a menos de que aprendamos cómo evitar los riesgos" Stephen Hawking (Astrofísico), 2014.

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"La IA es un extraño caso en el que necesitamos ser proactivos con la regulación y no reactivos. Porque para cuando seamos reactivos con la regulación de la IA, ya podría ser muy tarde". Ellon Musk, (Empresario, fundador de Tesla INC.) 2017.

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“Deberíamos pensar en qué sucederá en el futuro con la inteligencia artificial, porque si la única estrategia que tenemos es decir «Hey, vamos a construir máquinas que puedan hacer todo más barato que nosotros, ¿qué podría salir mal»… Creo que eso es patético, poco ambicioso y lamentable. Somos una especie ambiciosa, homo sapiens. Deberíamos apuntar más alto: ¿Cómo podemos usar toda esta tecnología para dominarlo todo, pero evitando que nos domine a nosotros?” Mark Tegmark (MIT), 2018.

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“Tenemos las tres leyes de la robótica de Asimov (y la Ley Cero) que curiosamente se plantearon en 1940, siete años antes de que se inventaran los transistores. Son un gran recurso literario, pero actualmente la tecnología no está preparada para manejar conceptos tan abstractos. Son casi de sentido común, pero de hecho a día de hoy ni siquiera los militares obedecen esas leyes.” Helen Greiner (iRobot, CyPhy Works), 2018.

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Si personajes con conocimiento de causa en campos científicos y tecnológicos están de acuerdo en las ventajas y desventajas de avances tecnológicos tan desmesurados, la pregunta que deberíamos plantearnos es, ¿qué pensamos nosotros respecto a esto?, ¿cómo podremos mantenernos a la par con cambios tan rápidos y abruptos?

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Amanecerá y veremos…